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DISCURSO A HERRERA POR ANDRÉS DECUADRA 22/7/2006

8:47 p.m., Unknown, 0 Comentarios

Hablar de Herrera supone todo un desafío. No es sencillo lograr articular algo que pueda salir de los lugares comunes. A lo largo de casi medio siglo, luego de su fallecimiento, mucho se ha hablado y escrito sobre su inmensa figura. Y otro tanto se habló de él a lo largo de su extensa e intensa actividad en la esfera pública nacional. Tanto se ha hablado y escrito que cuando se pronuncia su solo apellido ya todos sabemos que estamos hablando del único Herrera: el caudillo civil.
Es imposible entender la historia nacional desprendida de su figura. Faltaría más de medio siglo de nuestra joven historia que lo tuvo como protagonista de primera fila. Actuó en todos los ámbitos imaginables: universitario, guerrillero, periodista, diplomático, legislador, gobernante, historiador y una lista larga de etcéteras.
La máxima de su vida fue “vivir es combatir”. Su más grande amor: la patria y la nación. “Los hombres no somos nada, la nación lo es todo” acostumbraba a decir. Su devoción: el partido nacional. Su más grande aspiración: colocarlo en el poder.
Hijo de patricios y patricio el mismo. Vio como su padre el ilustre canciller de Berro, lamía sus heridas de Paysandú y era el eslabón visible en su propia sangre del último gobierno blanco del Siglo XIX. Vivió el exilio en Buenos Aires, sufrió con su familia el largo derrotero del ostracismo cívico del Partido Nacional hasta la eclosión popular de 1.897 que revitalizaría el veterano partido del Cerrito. Allí conoció y admiró al único hombre que consideró su superior durante toda su existencia: Aparicio Saravia. Allí se forjó parte central de las vivencias que marcarán a fuego su existencia: el sentir el sufrimiento de los humildes como propios así como la lucha por la libertad.
Luego vendría el amargo 1.904, la ilusión mal herida – pues nunca muerta – de un país diferente. La gesta militar del Aguila Blanca la plasmó en un programa político en las bases que dieron el inicio de las negociaciones que luego desembocarían en la Paz de Aceguá: reforma constitucional, sufragio libre, autonomías municipales y muchos otros puntos auténticamente revolucionarios para nuestro estado institucional de la época.
“Prefiero estar aquí traído por las chuzas de la chusma revolucionaria, que sostenido por las bayonetas del ejército de línea”. Esa fue una de sus primeras intervenciones en la Cámara de 1.905, cuando debutara como diputado con una joven pléyade de nacionalistas.
Su primera actuación como diputado fue para los trabajadores de la patria. Contra toda la vertiente historiográfica de izquierda y batllista cabe recordar que suyo fue el primer proyecto de ley de defensa integrar de los trabajadores fijando la limitación de la jornada, el descanso dominical, la prohibición del trabajo infantil, el derecho de huelga, entre tantas otras cosas y que fuera impúdicamente guardado en un cajón por los gobernantes de entonces.
La década del 10 es la de la consolidación de su figura y su creciente ascendiente, así como el comienzo de disidencias internas que eclosionaran más tarde. Llega la gloriosa jornada del reencuentro del Partido Nacional con la victoria electoral. La primera vez que se aplica el voto secreto, se confirma la afirmación blanca: en las urnas somos más. Fue el 30 de julio de 1.916 y a partir de allí la historia pegó un golpe de timón con el nacimiento de una nueva constitución que incorporó muchos de los reclamos historicos de los blancos; entre ellos el voto secreto.
Mientras algunos siguen empeñados en intentos revolucionarios, ahora ya imposibles en el solar patrio, èl decide iniciar el camino irreversible de la incorporación del partido nacional a la lucha cívica. No habrá de aquí en más otro camino que el de las urnas, nada más revolucionario que el sufragio. Así inaugura la acción política moderna donde como dirigente político – que aún no caudillo – recorre cada rincón del país, rancho a rancho, teniendo en sus venas el nexo imborrable de los recuerdos de los hombres del 97 y el 04, de sus viejos servidores, de sus jefes, de cada unas de sus divisiones y se vuelca a incorporar a todos ellos a la lucha electoral, trabajo que hoy día puede parecer sencillo, pero que hace casi 100 años implicaba abandonar las viriles herramientas de la lanza y el fusil para cambiarlas por un tímido papel dentro de una urna que todavía no ofrecía las garantías mínimas, dado que los fraudes electorales menudearon, en mayor o menor medida, hasta entrados los años 20.
Pero triunfó en su empeño y los viejos militantes blancos así como las nuevas generaciones deseosas de ingresar en la defensa de los altos ideales patrióticos de Herrera se encolumnaron detrás de su figura que fue transformándose en hegemónica.
Así en los década del 20 araña la presidencia de la República la que se pierde por poco más de un millar de votos, derrota lamentablemente provocada por la disidencia del llamado Radicalismo Blanco. Se triunfa nuevamente en 1.926 en las elecciones para el Consejo Nacional de Administración, órgano del Poder Ejecutivo del que Herrera será su presidente. El triunfo parece ya al alcance de la mano. Pero las disidencias internas nuevamente alejaron una vez más la victoria.
Herrera funda en 1930 su arma política por excelencia: el Debate un nombre indisolublemente ligado al gran caudillo y que perdurará aún más allá de su muerte. Desde allí llevará su prédica y será la tribuna para todos los temas de la época.
Los enfrentamientos de los años 30 desgarraron al partido en una gran lucha intestina cuando la gran crisis mundial de 1929 llega al país. En el marco de una paralisis institucional incapacitada para hacer frente al fin de un ciclo de expansión económica las estructuras institucionales crujen ante el peso de la hibridez producto de la Constitución de 1917, nacida de la transacción de colegialistas y anticolegialistas. Luego del golpe de Terra de 1.933, se llama a una constituyente que dará lugar a la Constitución de 1934 donde Herrera incorporará todas las normas de carácter social y económico que aún perduran actualmente en la Carta Magna y que sería inimaginable que hoy pudieran ser quitadas, como la consagración del derecho de huelga, del derecho a la salud y la vivienda.
En 1935 con más de 60 años en su espaldas marcha a Paraguay a luchar en primera línea de fuego junto a ese país en la guerra del Chaco al lado de los hombres del Mariscal Estigarribia. Es su exteriorización del sentimiento de hermandad y aún de culpabilidad con un pueblo al que nuestro país contribuyò lamentablemente a su casi desaparición en la guerra de la Triple Alianza; pueblo con el que nos hemos sentido los blancos hermanados desde el fondo de la historia y que lo homenajea con una avenida que lleva su nombre en el corazón de Asunción.
Los años 40 son los del enfrentamiento feroz de Herrera al imperialismo norteamericano, al cual ya había rechazado décadas atrás con su apoyo a la Nicaragua de Sandino o en el rechazo a la intervención yanqui en México. Amó a EEUU en su fortaleza institucional y democrática cuando desempeñó su labor diplomática en aquel país a principio de siglo, pero también conoció el desbordante músculo imperial que a través de lo militar y lo financiero se derramaba a toda América bajo el manto de la doctrina Monroe.
“No a las bases” fue su grito de guerra de esa década donde logró impedir mediante la acción parlamentaria del herrerismo la instalación de bases norteamericanas en nuestro país que hubieran condicionado para siempre nuestra soberanía. Fueron años duros donde la posición internacional de no alineamiento ocasionó un durísimo enfrentamiento donde el ya veterano líder tuvo que enfrentar con su entereza característica la diatriba y el escarnio.
Para la década del 50 parece ser ya inmortal, no hay uruguayo vivo que no sea su contemporáneo y no conozca su nombre, imagen y voz desde su nacimiento. Su gran figura, su escaso cabello canoso, su voz gangosa cascada por los años, sus grandes manos, su sonrisa paternal lo acercan a la figura de un patriarca. Los años pasan y el, como un viejo y noble árbol de raíces antiguas, indiferente al hacha del tiempo y la crítica,sigue de pie, con rejuvenecida savia y con una misma idea fija: llevar al Partido Nacional al poder.
Apoya ahora al colegiado para meterse dentro del Poder Ejecutivo y cogobernar junto al Partido Colorado, embretándolo a los batllistas en el apoyo a una reforma colegialista. “El Colegiado o lo que sea” dirá. Una vez electo enfrenta a sus adversarios día a día. Así durante cuatro años es el primero que llega y el último que se va de las sesiones del Consejo de Gobierno. No hay acción de gobierno que no merezca su análisis o crítica. Se opone a las prebendas y acomodos políticos para beneficios de unos pocos. Será el Fiscal de la Nación y de paso va corroyendo las bases de su histórico adversario y cimentando la victoria genial de 1958.
Otea los nuevos tiempos que se aparecen en el terreno político: ya no solo es el tiempo de los partidos sino que han eclosionado nuevos movimientos sociales, como el ruralismo, a los cuales les abre las puertas del partido.
1958 es el año crucial de su vida y tiene su firma. Lleva firmemente al partido hacia el triunfo. Sale nuevamente a dar la batalla decisiva. Abandona su destartalada y gloriosa cueva de la Avenida Larrañaga y se lanza a los caminos.
Una vez más, enésima pero última, recorre el país ciudad por ciudad, pueblo a pueblo, en la Caravana de la Victoria. La marejada popular es desbordante e incontenible. Se funde y se deja arrastrar en el cariño de su gente; en el abrazo amoroso de las multitudes que claman su nombre. Serán las últimas seductoras caricias de las muchedumbres humildes a las que dedicó su vida y que le retribuyeron su abnegación con un cariño sin limites que aún hoy día perdura en los veteranos herreristas que tuvieron el privilegio de admirar su estampa y enamorarse de su prédica.
Herrera sin duda sabìa que esa elección era la última de su vida, ya tenía 85 años sobre sus espaldas. Cuanta ansiedad, cuanta espera, cuanta energía acumulada para estallar en ese día. Sus ojos empañados con los años ven por última vez cada rincón de su amada patria,
!!! Que recuerdos habrán recorrido su mente en aquellas horas de lo que el sin duda sentiría como su última campaña electoral!! Habrán desfilado por su mente sin duda la imagen de su padre don Juan José de Herrera y Atanasio Cruz Aguirre quemando los tratados del 51 en la Matriz en 1865 despidiendo del poder al Partido Nacional. Su padre no sabía que eso duraría casi 100 años; pero el sí sabía que eso se acababa ahora y el era un privilegiado y principalísimo protagonista de ese final. Sabía que su amado partido, el del sacrificio, el de la sola divisa Por la Patria, al que había ofrendado su vida, llegaba al poder de un país que había modelado desde la oposición y ahora modelaría desde el gobierno.
Su organismo había entregado sus últimas energías en la cruzada hacia el triunfo y no pudo resistir más tiempo. Pero la misión estaba cumplida. Cuando cerró sus ojos en abril de 1959, todo el país cerró sus ojos. Medio país lo hizo agachando su cabeza respetuosamente y la otra mitad lo hizo con lágrimas en los ojos. Ese año hasta el cielo lloró como nunca lo había hecho en la historia. ¡El Jefe Civil había muerto!. Muchos al igual que más de medio siglo atrás cuando había muerto Saravia, no lo podían creer; !!Si parecía inmortal!!
Y tenían razón quienes eso pensaban. Herrera es inmortal, la muerte no fue otra cosa que una vicisitud en su vida que aún continúa.
Por eso estamos aquí casi medio siglo después porque Herrera - al igual que su estatua que inmortaliza su estampa - siempre de pie, sigue caminando, siempre hacia delante, buscando nuevos horizontes, invitándonos a seguirlo porque hay siempre nuevos desafíos, nuevas encrucijadas donde el siempre nos acompaña y alienta. Y con su sombra majestuosa sobre nuestras espaldas hacia el futuro vamos.
Muchas gracias.

MÚSICA

EL EQUILIBRIO ESTÁ EN TUS MANOS

ÉSTA ES LA LETRA: El sol nos ilumina, el sol nos da ilusiones, Alumbra la esperanza, une un mismo sueño y los corazones, vamos a sumar las manos, seas de donde seas hermano, vamos al rencuentro, vamos todo juntos a poner el sol, vamos a sumar las manos vayas a donde vayas hermano, vamos al reencuentro vamos todos juntos a poner el sol. El sol nos ilumina, se te sacia anhelos y nos encuentra a todos que estamos codo a codo bajo el mismo cielo vamos a sumar las manos seas de donde seas hermano vamos al recuentro vamos todos juntos a poner el sol Vamos a sumar las manos vayas a donde vayas hermano vamos al reencuentro vamos todos juntos a poner el sol

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